Sunday, July 28, 2013

Frank Sinatra - Sinatra's Swingin' Session... and More!

Capitol, 1961

Hoy en día, nadie duda ya de que Frank Sinatra, además de ser uno de los mayores iconos populares que ha dado el siglo XX, odiado por unos y adorado por otros (la percepción más adecuada sobre su figura, en mi opinión, se acerca a un término medio entre ambas posturas), es uno de los mejores cantantes de jazz de la historia. Este hecho, que ninguno de sus admiradores puso nunca en duda, incluso desde los primeros compases de su carrera, es fácilmente explicable si tenemos en cuenta que el jazz es un elemento imprescindible en la formación musical de Sinatra, un verdadero producto de las big bands de los años 30 y 40, en dos de las cuales (la de Harry James primero y, de forma más significativa, la de Tommy Dorsey después) se curtió musicalmente en sus inicios. Así pues, en la mayor parte de sus discos, especialmente aquéllos dedicados al swing, suele estar acompañado por instrumentistas de jazz de primer orden (Count Basie, Duke Ellington, Harry "Sweets" Edison y Ben Webster son sólo algunos ejemplos de los muchos que se podrían citar) y en muchos de sus conciertos en directo canta con bandas (la de Red Norvo o la de Woody Herman) que llevan el jazz por insignia. Y no olvidemos tampoco algunas de sus primeras grabaciones para Columbia, como la versión de "Sweet Lorraine" de 1946 junto a los Metronome All Stars, formados por Charlie Shavers, Coleman Hawkins, Johnny Hodges, Harry Carney, Nat "King" Cole y Buddy Rich, entre otros. Ahí es nada.

Nelson Riddle y Frank Sinatra en los estudios de Capitol
Con la irrupción del elepé en el mercado discográfico en la década de los 50, Sinatra también fue uno de los pioneros en la creación de discos conceptuales, varios años antes de que se convirtiesen en moneda corriente en el rock. En general, sus proyectos conceptuales se dividen en álbumes de baladas con elegantes arreglos de cuerda, como In the Wee Small Hours y Sinatra Sings for Only the Lonely, y discos con temas a ritmo de swing, como los clásicos Songs for Swingin' Lovers y A Swingin' Affair. En ambos casos, las orquestaciones corren a cargo de grandes arreglistas como Nelson Riddle, Gordon Jenkins y Billy May y los resultados (sobre todo los registrados para Capitol) son siempre excelentes. Los mejores discos conceptuales de Sinatra resultan de una perfecta simbiosis entre vocalista y arreglista, ayudada por una cuidadosa selección y disposición lineal de los temas en el álbum, algo para lo que Sinatra generalmente recibía carta blanca del sello discográfico. Así, el trabajo de Sinatra en este tipo de proyectos no se limita a la interpretación de las canciones, sino que también compete al cantante la elección de composiciones y tempos, así como la aprobación final de los arreglos, que solía corregir en el estudio antes de su grabación si es que algo le disgustaba.

El álbum que hoy nos ocupa, Sinatra's Swingin' Session, registrado en 1961, poco antes de dejar Capitol por Reprise, el sello que él mismo creó con la intención de detentar el control total de sus creaciones artísticas y de sus finanzas, es un ejemplo tardío pero magnífico de un álbum conceptual de Sinatra a ritmo de swing. Este disco es, en gran parte, un remake de un elepé que Sinatra había grabado para Columbia en 1950, publicado entonces como Swing and Dance with Frank Sinatra, y con arreglos a cargo de George Siravo. Once años después, Sinatra confió a Nelson Riddle el diseño de nuevos arreglos para seis de las canciones originalmente orquestadas por Siravo ("When You're Smiling", "It's Only a Paper Moon", "It All Depends on You", "You Do Something to Me", "My Blue Heaven" y "Should I"), y Riddle realizó un meritorio trabajo de reinvención de dichas partituras, añadiendo imaginativos sonidos que son marca de la casa de Riddle. Como es lógico más de una década después de su primera grabación, todos estos temas nos revelan a un Sinatra mucho más maduro, jugando con las letras y con el ritmo y divirtiéndose con el excelente trabajo orquestal de Riddle.

El disco original en que se basa esta sesión de 1961
En este álbum, las cuerdas prácticamente no tienen lugar, e incluso en los temas que las incluyen, como las notables versiones de "Blue Moon" o "September in the Rain", Riddle se asegura de que hacia el final de la partitura queden ahogadas por vientos y metales, acentuando con fuerza el swing y minimizando todos aquellos elementos que apunten hacia la balada. Quizá por ello varios críticos han señalado este disco como el más swinguero de Sinatra, algo que sin duda también tiene que ver con el hecho de que el cantante decidiese, el propio día de la grabación, doblar el tempo de todas las piezas. Así, el disco es considerablemente breve, incluso con los tres temas extras que lo aumentan en la reedición en CD, pero como reza el refrán, lo bueno, si breve... Para mí, Sinatra's Swingin' Session, con esa atractiva portada que nos ofrece una visión de Sinatra en el estudio en pleno proceso creativo y en medio de una orquesta formada por esos músicos de jazz que tanto admiraba, será siempre un disco muy especial, ya que apareció en una colección de jazz por entregas que en cierto momento reunió mi padre y supuso mi primera introducción en el universo sonoro de Frank Sinatra, un viaje musical que sin reservas recomiendo a todo el mundo.

Tuesday, July 16, 2013

Dexter Gordon - Dexter Blows Hot and Cool

Dootone, 1955 / Boplicity, 1994

Dexter Gordon es uno de los saxofonistas más atractivos y versátiles de la historia del jazz, un hombre con un estilo camaleónico en el que tienen cabida tanto las baladas más líricas como esas legendarias batallas instrumentales libradas sobre el escenario con instrumentistas de la calidad de Teddy Edwards o Wardell Gray y en las que Gordon solía salir victorioso. Por desgracia, su vida personal no se distinguió generalmente por ser demasiado ordenada y sus problemas con los narcóticos le valieron temporadas en la cárcel, que, sumadas a sus largas estadías en Europa, resultaron en una discografía menos extensa de lo que a los buenos aficionados nos hubiese gustado. Sin embargo, la mayor parte de las sesiones de grabación en las que participó y los varios conciertos suyos que se han preservado en cinta magnetofónica conforman un legado sonoro de innegable calidad.

Dexter Gordon
El disco que hoy nos ocupa, grabado en 1955 para Dootone Records, procede de una de las etapas menos prolíficas de la carrera de Gordon, y le tengo especial cariño debido a que fue el primer álbum suyo que escuché, ya hace muchos años, aprovechando que se encontraba en las generosamente surtidas estanterías de mi padre. Esta sesión, en la que está acompañado por un excelente cuarteto formado por Carl Perkins al piano (quien, obviamente, no debe ser confundido con el músico de rockabilly del mismo nombre), Jim Robinson a la trompeta, Leroy Vinnegar al contrabajo y Chuck Thompson a la batería, puso fin a un período de tiempo que Gordon pasó a la sombra a causa de su drogadicción. Se trata, sin duda, de una época de transición en su carrera, en la que ya se vislumbran algunos elementos propios de la serie de magníficos álbumes que grabaría para Blue Note en los años sesenta y que suelen ser considerados como el punto culminante de su producción discográfica. Pero en esta sesión descubrimos ya la potencia y la capacidad inventiva de sus solos, la claridad de su tono y el intimismo de sus baladas que caracterizan su estilo tan personal y reconocible.

El excelente y poco conocido pianista Carl Perkins
El título del LP, Dexter Blows Hot and Cool, describe su contenido a la perfección: en el repertorio salido de esta sesión se alternan temas propios de ritmo más acelerado, como "Silver Plated" y "Rhythm Mad", en los que Gordon da rienda suelta a su talento improvisatorio, con algunas baladas clásicas, como "Don't Worry about Me""I Should Care" y "Tenderly", que resultan vehículos perfectos para que Gordon saque a relucir esa irresistible faceta suavemente romántica que también forma parte de su estilo. En mi opinión, una de las joyas del disco es la versión de "Cry Me a River", una evocadora melodía de Arthur Hamilton que Julie London llevó al éxito a mediados de la década de los cincuenta. Gordon está perfectamente arropado por el resto del grupo, y en el disco brillan de manera especial el piano de Perkins y la trompeta de Robinson, un trompetista hoy injustamente olvidado. El buen trabajo de reedición llevado a cabo por Boplicity Records nos permite redescubrir un valioso disco en el que podemos ya observar que su etapa de esplendor hard bop no era, en 1955, más que una cuestión de tiempo.

Friday, July 12, 2013

Charlie Parker - Jam Session

Tras el nacimiento de nuestra primera hija, Lillian Sabela Garcia-Fernandez, "Libby", el pasado día 28 de junio, de muy poco tiempo he dispuesto para trabajar en estas postales de jazz. No obstante, en medio del ajetreo propio de estos días, el jazz ha seguido sonando continuamente en nuestra casa, conformando la banda sonora de la llegada de Libby a nuestra vida cotidiana, y esta noche, mientras ella duerme tranquilamente en su cuna, me siento a escribir y enviar una nueva postal, dedicada a un disco excelente que he escuchado mucho últimamente.

Verve, 1952

Al evaluar la producción discográfica de Charlie Parker, muchos han sido los críticos que han censurado la labor de Norman Granz, a quien suelen culpar del cierto alejamiento del bebop y de las concesiones a lo comercial que dichos críticos vislumbran en la etapa en la que Bird grabó para Verve. Yo no comparto esta opinión en absoluto, pues me parece que las grabaciones que Parker realizó para el sello de Granz representan uno de los puntos álgidos de su carrera. Más que perjudicar el desarrollo musical del gran saxofonista, el productor amplió sus posibilidades interpretativas, animándolo a que acometiese proyectos verdaderamente diferentes a los que hasta el momento estaba acostumbrado. Bien es cierto que quien esto escribe considera que el polémico Charlie Parker with Strings, en el que el saxo de Parker está arropado por elegantes arreglos de cuerda, es una obra maestra, pero para mí no hay duda de que Granz, personaje inteligente donde los haya y con un oído inmejorable para reconocer el buen jazz, fue responsable de una dinamización que la carrera de Parker realmente necesitaba.

Uno de los aciertos de Granz fue la organización de una serie de jam sessions enmarcadas dentro de su serie de conciertos promovidos bajo el nombre de Jazz at the Philharmonic, en los que participaron gran parte de los mejores instrumentistas del jazz, y que se celebraron no sólo en Estados Unidos, sino también en varios otros países a lo largo de casi cuarenta años. Granz registró un buen número de estas apariciones en vivo, produciendo además sesiones en estudio en las que trataba de recrear la atmósfera de los conciertos. Una de estas sesiones, grabada en julio de 1952, es la que conforma el presente disco, en el que Charlie Parker es uno más en una deslumbrante constelación de estrellas entre la que se cuentan nombres legendarios como Benny Carter y Johnny Hodges al saxo alto, Ben Webster y Flip Phillips al saxo tenor, Charlie Shavers a la trompeta, Oscar Peterson al piano, Barney Kessel a la guitarra, Ray Brown al bajo y J.C. Heard a la batería. Y con un elenco así, ¿qué otro calificativo puede merecer este disco sino el de imprescindible?

Charlie Parker, Johnny Hodges y Benny Carter
Además, queda claro a lo largo de los cuatro cortes de que consta el álbum (ninguno de ellos baja de los trece minutos de duración) que todos los participantes han decidido dejar sus egos a un lado para cooperar en la creación de una música atemporal en la cual el todo es igual a la suma de las partes. Las cuatro piezas ofrecen espacio suficiente para que cada jazzman demuestre su innegable talento. Da igual que se trate de uno de los dos temas a ritmo de blues que abren y cierran el disco, "Jam Blues" y "Funky Blues", o la extensa recreación del clásico de Cole Porter "What Is This Thing Called Love", o ese delicioso medley de baladas en el que el grupo se dedica a entrelazar con elegancia composiciones de Jerome Kern, Matt Dennis, George Gershwin y Richard Rodgers, entre otros. El resultado es siempre el mismo: una sucesión de solos marcados por una imaginación inagotable y por la inspiración que cada músico provoca en los demás. Sin duda, no es éste el punto de partida para cualquiera que desee adentrarse en el universo parkeriano, pues Bird es, hasta cierto punto, uno más de los participantes en esta jam session. Pero es un disco irrepetible, un momento prácticamente único en la historia del jazz, durante el cual podemos disfrutar escuchándolo codearse con algunos de los más grandes instrumentistas que ha conocido el género.

Norman Granz, propietario de Verve y productor de esta jam session