Monday, May 14, 2018

El jazz de Fred Elizalde

Lo he dicho en más de una ocasión: en España se tiende a considerar, a menudo erróneamente, que los movimientos artísticos y culturales llegan siempre con retraso. Si bien en algunas ocasiones esto es cierto, en muchas otras no lo es. Tal es el caso del jazz, que arribó a territorio español, en particular a las ciudades de Madrid y Barcelona, prácticamente al mismo tiempo que a otras capitales europeas como París o Londres, hacia finales de la década de 1910 y principios de la de 1920. Es más, incluso en aquellos ya lejanos primeros años del jazz, España llegó a exportar talento jazzístico, por mucho que esto se ignore hoy en día. Y como ejemplo tenemos al gran—aunque en la actualidad notablemente olvidado—pianista, compositor y director de orquesta Fred Elizalde. Nacido en Manila en 1907, su verdadero nombre era Federico y sus padres eran españoles afincados en las Islas Filipinas. Desde muy tierna edad, Elizalde demostró aptitudes para la música, algo en lo cual su familia lo apoyó enviándolo al Real Conservatorio de Madrid. Pero ya desde muy joven quedó claro que iba a convertirse en un verdadero trotamundos, estudiando en Inglaterra y en los Estados Unidos, donde se enamoró del jazz y formó su primera orquesta tras estudiar nada más y nada menos que con el compositor suizo Ernest Bloch en la Universidad de Stanford.

El saxofonista Adrian Rollini
Con esta banda obtuvo sus primeros éxitos en el Biltmore Hotel de Los Ángeles, pero pronto regresaría a Europa para estudiar derecho en Cambridge. Sin embargo, su principal interés seguía siendo la música, y no tardó en concentrarse en su faceta como jazzman, dirigiendo varias orquestas en cuyas filas se daban cita algunos de los mejores músicos ingleses y estadounidenses del momento (el legendario saxofonista Adrian Rollini era uno de ellos), tocando en el Savoy Hotel londinense y llegando a realizar una serie de grabaciones muy populares para sellos como Brunswick o Columbia. Su paso por el Savoy, donde se presentó con una de las mejores bandas que se prodigaron en el famoso hotel, estuvo envuelta en cierta polémica, pues algunos de los clientes más conservadores no apreciaron el estilo moderno de los arreglos de Elizalde, lo cual lo llevaría a rescindir el contrato. Pero revistas musicales de prestigio como el Melody Maker alabaron el sonido de la orquesta, y por fortuna, quedan los registros fonográficos como prueba de su calidad musical.



El vocalista y guitarrista Al Bowlly
Tras algunos cambios en sus filas y alguna que otra gira por las Islas Británicas, la banda acabaría por disolverse en 1929, y a partir de entonces, Elizalde decidió consagrarse a la música clásica como compositor y director de orquesta, aunque también escribió música para algunas películas. Pasó gran parte de los años 30 entre Francia y España, donde mantuvo estrechas relaciones profesionales con nombres de la talla de Maurice Ravel, Manuel de Falla, Rafael Alberti y Federico García Lorca, a quien le unió una estrecha amistad. Curiosamente, durante la Guerra Civil Española, Elizalde se alistó en el bando nacional—probablemente otra de las razones de que hoy en día se encuentre tan injustamente olvidado—, pero no debía de ser muy afín a la ideología franquista, ya que poco después de concluido el conflicto abandonó España para ya no regresar más. A finales de la década de los 40, Elizalde volvió a las Islas Filipinas, donde continuó ligado a la música clásica creando una nada despreciable cantidad de obras, trabajando como director y llegando a participar en programas televisivos. En estos últimos años de su vida, Elizalde visitó Europa e incluso Japón antes de su fallecimiento en 1979.

El saxofonista Arthur Rollini, hermano de Adrian


Elizalde murió en un relativo anonimato: su nombre había sido olvidado por muchos, y muy pocos recordaban, por supuesto, sus grabaciones jazzísticas de finales de los años 20. Afortunadamente, una veintena de ellas—todas realizadas entre 1928 y 1929—están disponibles en un disco compacto titulado Fred Elizalde and His Anglo-American Band (Retrieval Records, 1997), que supone la mejor introducción al breve periplo de Elizalde por el jazz. El nombre de la orquesta, evidentemente, hace referencia al hecho de que se componía de una mezcla de músicos ingleses y estadounidenses, todos ellos de una extraordinaria calidad, como los trompetistas Chelsea Quealey y Norman Payne, el ya mencionado Adrian Rollini y su hermano, el saxofonista Arthur Rollini, que escribió lo siguiente sobre Elizalde en su autobiografía: "[Elizalde] tenía sólo veintitrés años, se había graduado en Cambridge y tocaba el piano de forma fantástica y era un arreglista brillante. La orquesta era verdaderamente excelente y se parecía a la gran orquesta de Paul Whiteman en los Estados Unidos". Los arreglos de Elizalde, efectivamente, suenan modernos y demuestran que el músico hispano-filipino comprendía a la perfección el lenguaje del jazz de la época. En algunos de los temas hace una de sus primeras apariciones fonográficas el gran cantante y guitarrista Al Bowlly, que se convertiría en una de las más grandes estrellas de las orquestas de baile británicas antes de su prematura muerte en 1941 en Londres durante un bombardeo alemán. En definitiva, pese a lo reducido de su legado discográfico jazzístico, Fred Elizalde es una figura que todo aficionado del buen jazz añejo debe conocer, y con esta breve semblanza espero contribuir modestamente, en lo posible, a rescatarlo de la oscuridad en la que se encuentra sumido en la actualidad.


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