Friday, July 12, 2013

Charlie Parker - Jam Session

Tras el nacimiento de nuestra primera hija, Lillian Sabela Garcia-Fernandez, "Libby", el pasado día 28 de junio, de muy poco tiempo he dispuesto para trabajar en estas postales de jazz. No obstante, en medio del ajetreo propio de estos días, el jazz ha seguido sonando continuamente en nuestra casa, conformando la banda sonora de la llegada de Libby a nuestra vida cotidiana, y esta noche, mientras ella duerme tranquilamente en su cuna, me siento a escribir y enviar una nueva postal, dedicada a un disco excelente que he escuchado mucho últimamente.

Verve, 1952

Al evaluar la producción discográfica de Charlie Parker, muchos han sido los críticos que han censurado la labor de Norman Granz, a quien suelen culpar del cierto alejamiento del bebop y de las concesiones a lo comercial que dichos críticos vislumbran en la etapa en la que Bird grabó para Verve. Yo no comparto esta opinión en absoluto, pues me parece que las grabaciones que Parker realizó para el sello de Granz representan uno de los puntos álgidos de su carrera. Más que perjudicar el desarrollo musical del gran saxofonista, el productor amplió sus posibilidades interpretativas, animándolo a que acometiese proyectos verdaderamente diferentes a los que hasta el momento estaba acostumbrado. Bien es cierto que quien esto escribe considera que el polémico Charlie Parker with Strings, en el que el saxo de Parker está arropado por elegantes arreglos de cuerda, es una obra maestra, pero para mí no hay duda de que Granz, personaje inteligente donde los haya y con un oído inmejorable para reconocer el buen jazz, fue responsable de una dinamización que la carrera de Parker realmente necesitaba.

Uno de los aciertos de Granz fue la organización de una serie de jam sessions enmarcadas dentro de su serie de conciertos promovidos bajo el nombre de Jazz at the Philharmonic, en los que participaron gran parte de los mejores instrumentistas del jazz, y que se celebraron no sólo en Estados Unidos, sino también en varios otros países a lo largo de casi cuarenta años. Granz registró un buen número de estas apariciones en vivo, produciendo además sesiones en estudio en las que trataba de recrear la atmósfera de los conciertos. Una de estas sesiones, grabada en julio de 1952, es la que conforma el presente disco, en el que Charlie Parker es uno más en una deslumbrante constelación de estrellas entre la que se cuentan nombres legendarios como Benny Carter y Johnny Hodges al saxo alto, Ben Webster y Flip Phillips al saxo tenor, Charlie Shavers a la trompeta, Oscar Peterson al piano, Barney Kessel a la guitarra, Ray Brown al bajo y J.C. Heard a la batería. Y con un elenco así, ¿qué otro calificativo puede merecer este disco sino el de imprescindible?

Charlie Parker, Johnny Hodges y Benny Carter
Además, queda claro a lo largo de los cuatro cortes de que consta el álbum (ninguno de ellos baja de los trece minutos de duración) que todos los participantes han decidido dejar sus egos a un lado para cooperar en la creación de una música atemporal en la cual el todo es igual a la suma de las partes. Las cuatro piezas ofrecen espacio suficiente para que cada jazzman demuestre su innegable talento. Da igual que se trate de uno de los dos temas a ritmo de blues que abren y cierran el disco, "Jam Blues" y "Funky Blues", o la extensa recreación del clásico de Cole Porter "What Is This Thing Called Love", o ese delicioso medley de baladas en el que el grupo se dedica a entrelazar con elegancia composiciones de Jerome Kern, Matt Dennis, George Gershwin y Richard Rodgers, entre otros. El resultado es siempre el mismo: una sucesión de solos marcados por una imaginación inagotable y por la inspiración que cada músico provoca en los demás. Sin duda, no es éste el punto de partida para cualquiera que desee adentrarse en el universo parkeriano, pues Bird es, hasta cierto punto, uno más de los participantes en esta jam session. Pero es un disco irrepetible, un momento prácticamente único en la historia del jazz, durante el cual podemos disfrutar escuchándolo codearse con algunos de los más grandes instrumentistas que ha conocido el género.

Norman Granz, propietario de Verve y productor de esta jam session

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